Edición y entrevista:
Leticia Delgado / Maite Martí Vallejo
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Santa Fe (Argentina)/Barcelona. 12/04/2022.

Marcos López nace en Santa Fe (Argentina), en 1958. Rondando la veintena inicia sus primeros contactos con la fotografía, casi siempre en blanco y negro. En 1982 se traslada a Buenos Aires tras obtener una beca del Fondo Nacional de las Artes. A finales de esa misma década forma parte de la primera promoción de becarios extranjeros de la Escuela Internacional de Cine y TV de San Antonio de los Baños (Cuba). Es a partir de entonces cuando comienza a experimentar con el color. Entre sus publicaciones más destacadas: Retratos (1993), Pop Latino (2000), Sub-Realismo Criollo (2003) o El Jugador (2007). En 2013 gana el Premio del Público del BAFICI con el largometraje documental Ramón Ayala. El trabajo de Marcos forma parte de las colecciones del Museo Nacional de Arte Reina Sofía (Madrid), MUSAC (Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León), Fondation Cartier (París), Musée du quai Branly (París), MFAH (Museum of Fine Arts, Houston) o el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires (Argentina).

Fotografía, pintura, teatro, collage. Todo el tiempo estás cambiando de soporte en tu obra. ¿Qué encuentras en el retrato anónimo? ¿Cómo es ese proceso de intervención?
Me imagino que con el retrato anónimo te refieres a retratos que hago a gente que no conozco, por la calle. Yo les podría llamar retratos que no requieren una puesta en escena, que se basan directamente en la relación con el sujeto a quien yo le propongo hacer un retrato y le doy unas indicaciones mínimas. El otro tipo de retratos que hago sí tienen que ver con una determinada puesta en escena. Puedo contratar a un actor o hacerle una propuesta al verdulero de la esquina –que tiene un determinado aspecto que me remite al Papa– y le pregunto si quiere actuar en una foto vestido como el papa. Si la gente acepta hago una previsión con maquillaje, vestuario, etcétera.
Con el tiempo me he dado cuenta de que el eje de mi relación con la fotografía es el retrato. Creo que soy un buen retratista, esto implica una actitud, cierta energía de comunicación en la relación con el retratado. Tiene que suceder algo emocional para que el retrato comunique y creo que yo esto lo sé hacer.

Tu obra pertenece a ese lugar en el que todo se hibrida y las lecturas verdaderamente se multiplican. ¿La ‘alta poesía’ cabe también en Instagram? ¿Y la ternura? ¿Y la magia?
La magia y la ternura, cuando son sinceras y emocionan, se pueden considerar alta poesía. En general en Instagram circulan superficialidades, pero se pueden publicar imágenes y textos breves que ayudan a dar una ilusión a quien lo lee. El problema es que a veces, se pierden en ese maremágnum infinito de información.
En los últimos años he hecho fotos con el teléfono que solo han circulado por Instagram. Y pueden ser tan buenas o comunicativas como mis fotos más célebres que se muestran en exposiciones y libros.

Trabajas con recursos precarios, quieres que el “subdesarrollo” sea muy palpable. Hay que tomarse con mucha seriedad la comedia, ¿verdad? ¿Hasta qué punto estás harto de esa aparente sofisticación del arte contemporáneo?


Trabajar me aleja de ese remolino sin fin hacia la nada que es tratar de pensar para qué sirve la vida.


A nivel personal, la pandemia me afectó mucho en lo anímico. Aún hoy, cada vez que me pongo el barbijo (mascarilla) me viene el recuerdo. En relación con mi obra, el primer año me dio un ataque de creatividad, hice un trabajo grande con fotografías antiguas pintadas a mano, algunas esculturas, objetos, luego me puse a pintar al óleo. Lo aproveché mucho.


Estoy decidido a dejar la ciudad e ir a vivir a un pueblo pequeño cerca del campo. No aguanto las grandes ciudades y tengo menos ganas de interactuar en situaciones urbanas. Sería como retirarme a una vida mucho más calmada y no urbana.

Si tuviera que mencionar a algunos de mis referentes nombraría, por ejemplo, a David Hockney, Diego Rivera, Francis Bacon, Lucian Freud, pero lo cierto es que van cambiando. La artesanía popular anónima es una gran guía para mí.
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THALAMUS MAGAZINE // AÑO 2022
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